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Eclesiologia
Los trastornos de conducta
Desde el punto de vista psicológico los trastornos de la conducta se enmarcan dentro del campo de las alteraciones de la Personalidad. Existen interpretaciones muy variadas de estos trastornos. De algunos se conocen las causas que los provocan y de otros se investiga, para intentar esclarecer cual es su etiopatogenia (la razón o las razones que los determina y que constituyen la infraestructura de los mismos) y aplicar el tratamiento adecuado para corregirlos. Según enseña la experiencia científica, los trastornos conductuales se pueden deber a causas exógenas (principalmente a traumatismos físicos que actúan sobre el cerebro, lo dañan y alteran su funcionamiento bioquímico) o endógenas (alteraciones genéticas, trastornos de los órganos internos que alteran el equilibrio hormonal y la homeostasis del normal funcionamiento bio-psicosomático de un ser; y alteraciones inducidas por el funcionamiento disarmónico de los contenidos inconscientes de la esfera de la intimidad). Se considera, y así se desprende de las experiencias científicas que estos trastornos del comportamiento o de «la manera de vivir», pueden ser reversibles o irreversibles. Dentro de las alteraciones de la Personalidad, se dan una gama muy extensas de los mismos. Mencionaremos solo una: las psicopatías. Este tipo de alteraciones mentales constituyen una problemática donde han fracasado todo tipo de tratamiento; pero hay una realidad innegable que si ocurre en la experiencia vivencial de un ser puede resolver su psicopatía, allí, donde todo tipo de tratamiento científico fracasa. Se trata de la experiencia de conversión cristiana. El tema es apasionante, pero en esta breve introducción tenemos que ceñirnos a los contenidos que se exponen en esta serie de audios sobre la conducta; considerada ésta desde la perspectiva de la Revelación de Dios, es decir: desde la Biblia. El gran psicoanalista C.G. Jung decía, al analizar nuestra conducta: «No somos dueños de nuestra propia casa». Esta afirmación tan extraordinaria hacía referencia, en lo que atañe a nuestra conducta, no somos libres, y nos movemos por los impulsos e instintos que constituyen el contenido de nuestro inconsciente. Jesús de Nazaret, mil novecientos años antes afirmaba y se adelantaba al psicoanálisis, cuando hablando de la libertad enseñaba (en mi criterio) que no existe tal realidad como el libre albedrío, afirmar que «el que hace pecado es esclavo del pecado» (entendido el término pecado en el sentido de error, fracaso y frustración). La capacidad libérrima para determinar nuestros actos, la definía Ramón de Campoamor así: «nuestro Te contaré en un cantar la rueda de la existencia, pecar hacer penitencia. Y luego vuelta a empezar».
La conducta de los cristianos debe de ser ejemplar en todos los aspectos de la vida: en la familia, en el trabajo, en la sociedad y a nivel comunitario en la Iglesia. conversión cristiana supone el arrepentimiento, es decir «un cambio profundo en la manera de pensar». Cuando la Palabra de Dios es aplicada por el Espíritu a lo más profundo de nuestro ser, se renueva nuestro corazón (la esfera más oculta de nosotros mismos, aquella que no podemos alcanzar por nuestro conocimiento introspectivo); el corazón de piedra se transforma en un corazón de carne y llegado este momento podemos, hacer nuestras las palabras del apóstol Pablo cuando decía: Ya no vivo yo, más vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a su hijo por mi. Por eso a lo largo de su experiencia cristiana, pudo llegar a vivenciar su realidad existencial, como «todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Los aspectos que se explicitan en esta serie de conferencias-estudios tienen que ver con lo que el Nuevo Testamento enseña a nivel doméstico, a nivel laboral, a nivel conyugal, a nivel social, a nivel político y en definitiva al comportamiento del cristiano en los diversos ámbitos de la existencia.