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Estudios sobre la oración
Conocí el Evangelio del Reino de Dios hace más de 50 años en la ciudad de Valladolid. Iba a cursar el 2º año de mi carrera de medicina. En mi primera etapa como creyente me propuse realizar una experimentación, empírica, conmigo mismo. Tenia la necesidad de comprobar que todo lo que estaba ocurriendo en la esfera de mi intimidad era algo real en mi vida: era una realidad trascendental y trascendente en mi devenir existencial. Realicé diversas pruebas para verificar mi experiencia, que no viene al caso explicitar. Pero hubo algo tan importante, en este intento de confirmar mi fe, que si considero del máximo interés mencionarlo. Un día, un miembro del Consejo de Ancianos de la Iglesia, a la que acudía, me regaló un librito que tenía un título llamativo: ORACIÓN FUENTE DE PODER. No recuerdo, ahora, al autor; pero sigo manteniendo en mi memoria el contenido del libro como si terminase de leerlo. La lectura de este pequeño manual, captó mi interés desde el principio. Mi ser experimentó una sensación tan apasionada por su contenido, que tuve la necesidad imperiosa de seguir leyendo, sin pausa, hasta el final de esta obra extraordinaria. Cuando finalicé su lectura caí de rodillas para elevar desde lo más profundo de mi alma una sencilla y corta oración dándole gracias a Dios por la experiencia profunda y transformadora que había experimentado leyendo esta obra. Las vivencias, experimentadas quedaron para siempre grabadas, con el cincel del Espíritu de Dios, en mi corazón.
Todo había cambiado en lo más profundo de mí ser. Ya tenía claro que la oración era un medio indispensable y imprescindible para comunicarme con Dios.
Esta serie de estudios sobre la oración pretende enseñar algo que no se desprende ni de la exégesis, ni de la hermenéutica de los textos bíblicos en si mismos. Todo lo que intento aportar, con humildad, en estos estudios tiene, si se quiere, un carácter un tanto místico: la relación del alma con Dios. La imagen de Dios reprimida a niveles inconscientes, en la mayoría de los seres humanos, habita en lo mas profundo de nuestro corazón. Decía el gran teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, respecto de la relación del alma con Dios, que Dios está ahí (en el alma) y más allá de ella. San Agustín, influido por la tradición neoplatónica, a la hora de buscar a Dios se volvía sobre si mismo para transitar por los caminos de su Interioridad. En esta actitud de sondaje introspectivo, gracias a la acción iluminadora del Espíritu, descubría a Dios en lo mas profundo de su ser y entraba en comunión íntima con El.
En esta serie de estudios analizamos las enseñanzas de Jesús de Nazaret sobre la oración “como fuente de poder”. Jesucristo como el Verbo encarnado, como Dios hecho hombre, pero primordialmente como el hombre escatológico, como el segundo Adan, necesitaba la oración. En la Biblia se habla de la oración como el medio más idóneo para comunicarnos con Aquel que es nuestra vida, nuestra esperanza y el autor y consumador de nuestra fe. La oración ilumina la esfera de nuestra intimidad y nos permite mantener una conexión con el Supremo Hacedor. Por medio de la oración podemos expresar al Señor nuestros sentimientos más profundos, nuestro dolor, nuestras preocupaciones y todas nuestras inquietudes; también podemos expresar nuestra alegría y el gozo inefable de sentir Su Presencia llenando los espacios mas profundos y inalienables de la esfera de nuestra intimidad; así podemos llegar a experimentar la vida del Espíritu de la que hablaba el apóstol Pablo: ya no vivo yo, más vive Cristo en mí.
En esta serie de estudios, sobre la oración, vamos descubriendo las diversas modalidades de la misma: la oración individual pública y secreta, y la oración colectiva del Cuerpo de Cristo, que es su Iglesia. Se estudia, también, en esta serie de manera pormenorizada el Padre Nuestro, como oración paradigmática que contiene en si misma toda la Plenitud de la Historia de la Salvación.