El Reino de Dios es el concepto más importante que se desvela en la Revelación de Dios, desde el punto de vista escatológico, soteriológico y salvífico. Dios se nos manifiesta como el Rey de Reyes y el Señor de Señores, según el pensamiento del apóstol Pedro, plasmado en su segunda epístola (2ª Ped. 2:2 -Señor-gr.=déspota). En el Antiguo Testamento nos encontramos con una expectativa que nos invita a escudriñar, escatológicamente, el devenir histórico y el establecimiento progresivo y pleno del Reino de Dios. Sobre  este tema existe una verdadera ensalada de contradicciones en la enseñanza que se imparte en el seno de las Iglesias. Por una parte se espiritualiza el concepto del Reino y su realización práxica, hasta límites insospechados. Este tipo de hermenéutica conlleva secuestrar al Evangelio su dimensión histórica, social, material, política, humanística y cósmica. Por otro lado se enseña, denodadamente, que el Reino de Dios no se establecerá hasta que se produzca la Parusía o 2ª Venida de Cristo. Existen otras interpretaciones que tienen menos interés para detenernos en ellas. El Reino de Dios sobre toda la Creación, se pone de relieve en la Revelación vetero-testamentaria: a través de las páginas de los 39 libros de la Biblia Judía (A.T), Elohim, el Supremo Hacedor de todas las cosas, se nos presenta como la Ontogénesis de toda la Realidad y el que mantiene su permanencia homeostática.

En estos estudios sobre el Reino de Dios y el Evangelio Integral pretendo llamar la atención del oyente sobre temas tan diversos como: El desarrollo de la Salvación, la Política y el cristiano, la Iglesia y su misión, Dios y los pobres, y en definitiva sobre el concepto general del Reino de Dios.

Se predica que el Reino de Dios es apolítico, y que no guarda ninguna relación con lo material; que es ajeno a los acontecimientos sociohistóricos, que no es un humanismo y que tiene como finalidad, por antonomasia, la salvación de las almas, descarnadas, que se mueven en los espacios etéreos (pero cósmicamente reales) liberadas de un cuerpo carnal que las tenía esclavizadas arrastrándolas al pecado y empujándolas a oponerse a la suprema voluntad divina. Conclusión hay que seguir predicando a Platón y a sus discípulos. El cartesianismo sigue teniendo vigencia y le siguen multitudes embelesadas y cautivadas por el arte seductor de los telepredicadores y sus imitadores.

Juan el Bautista fue un hombre escogido por Dios para venir, como pregonero, anunciando la llegada del  Mesías. Su mensaje era claro y correspondía a las expectativas de los israelitas de su tiempo : “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”(el reino de los cielos, en la Escritura es igual que el reino de Dios). Jesús de Nazaret, aparece con el mismo mensaje: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos, y creed en el evangelio”.

Fue al Señor Jesucristo que se le planteó la pregunta clave : cuándo había de venir el reino de Dios. El evangelio de Lucas nos da la respuesta. Les respondió y dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia (según la V.M. con manifestación exterior).ni dirán : Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (o bien dentro o en medio de ). Luc. 17 : 20-21.

A partir de la desestructuración amártica de Hombre (varón/mujer), lo que vulgarmente se denomina como “caída”, la revelación bíblica nos va explicitando el devenir histórico, social, político, material, antropológico y cósmico de la Realidad. Este devenir intramundano trasciende toda la escatología al llevarnos al mismo corazón de la divinidad.

Deseo que estos estudios arrojen alguna luz sobre Realidad tan sobresaliente.