Audios | Estudios | Conferencias

En esta serie de exposiciones sobre el enunciado, vamos a tener algunas consideraciones que, de alguna manera, constituyen el centro noético de mi pensamiento. Algunos las considerarán inspiradas en el pensamiento del socialismo científico o marxismo. Nada más lejos de la realidad. Las ideas, aquí expuestas, están recogidas en muchos pasajes del Antiguo Testamento y también en algunos del Nuevo. Si se quiere buscar una fuente inspiradora, al pensamiento que en estos estudios se desarrolla, se podría pensar en el concepto de Iglesia que el gran teólogo alemán, y mártir a manos de los nazis, Dietrich Bonhoeffer, expone en su obra «La sanctórum comunión» (La comunión de los santos). Pero lo verdaderamente importante es que mi visión de la Iglesia parte de la misma Revelación de Dios. Se ha venido concibiendo al Cristianismo como una «religión» inmanente y trascendente, pero desconectada de cualquier realidad social, sanitaria, económica o política. Hasta se ha llegado a decir que el cristianismo no es un humanismo. ¿Nos habremos enterado que la Encarnación es, nada menos que la Humanización de Dios? Se añade que Jesús de Nazaret no se ocupó más que de la salvación de las almas. Algo que dicho así es falso y constituye una verdadera patraña.

Desgraciadamente las Iglesias del mundo occidental se han ido olvidando de los pobres en la medida que han aceptado el Sistema en el que viven inmersas. El Señor Jesús enseñó a sus discípulos mas cercanos (los doce apóstoles y algunos más) a vivir la fe de una manera comunitaria. Los principios del Reino de Dios son antagónicos y contrarios a los que informan el Reino de este Mundo. Santiago afirma, claramente, en su carta: «¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad (termino griego que significa, literalmente, amor) con el mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera pues que se constituye amigo del mundo (del Sistema) se constituye enemigo de Dios «(Sant. 4:4).

La verdadera Iglesia de Jesucristo debería ser llamada la Iglesia de los Pobres. Nuestras Iglesias son burguesas y están siendo corrompidas por el espíritu capitalista. No comparten lo que tienen con los pobres, solo les dan limosnas.

Existe, pues, una revolución pendiente: El establecimiento del reino de Dios en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.

En estas Conferencias se afirma (y creo que se demuestra) que la Iglesia es una Comunidad, que los miembros de la misma deben de vivir en Comunidad o vivir de forma Comunitaria. La Comunidad de bienes no acepta nuestro egoísmo depredador de los más débiles. El Hijo de Dios se hizo pobre para que nosotros, en su pobreza, fuésemos enriquecidos. Enriquecidos TODOS LOS SERES HUMANOS, no solo ALGUNOS.