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Estudios Bíblicos
Reflexiones teológicas sobre el Sermón del Monte
El Sermón del Monte o de la Montaña se presenta de manera mas completa en el Evangelio de Mateo. Esta perícopa novotestamentaria ocupa los capítulos 5, 6 y 7 del considerado, por muchos, primer escrito evangélico de los cuatro que tenemos en el Nuevo Testamento. Parte del contenido de esta joya literaria se cita en el Evangelio de Lucas, en su capítulo 6; y allí se conoce como el Sermón de la Llanura. No hay contradicción alguna: todo el mundo conoce que en la cima de muchos puertos de montaña existe una llanura.
Los Evangelios son documentos tardíos, respecto de otros escritos del Nuevo testamento, y por consiguiente hay que tenerlos muy en cuenta a la hora de realizar una correcta hermenéutica de la revelación novotestamentaria. Todo el ministerio de los apóstoles y de otros escritores del Nuevo Testamento, como algunos hermanos de madre, de Jesús de Nazaret, hay que someterlo al filtro de la Palabra del Hijo de Dios. Así que debemos entender a Pablo, a Pedro, a Juan (por poner de ejemplo a tres de los apóstoles mas insignes y destacados) a la luz de las las enseñanzas de Aquel que era el Verbo de Dios y no al revés. A los cristianos no se nos llama a ser Paulinos, Juaninos o Petrinos, sino a ser Cristianos, a ser discípulos de Cristo. Es el Señor Jesús quién tiene la última palabra en cualquier aspecto de la Historia de la Salvación; y ésta se deviene dentro del Marco de los contenidos del Reino de Dios.
Sobre el Sermón del Monte se han realizado miles de escritos y multitud de interpretaciones. Normalmente, este largo discurso ha sido considerado en función de determinadas doctrinas elaboradas por los hombres y ajenas a los presupuestos revelados en la Palabra de Dios. Para algunos el Sermón de la Montaña es pura utopía. Quieren significar que no es posible cumplirlo y por consiguiente están diciendo, aunque no se den cuenta, que el Señor nos pidió algo imposible de realizar en la praxis, aunque sea auxiliados por el mismo Espíritu divino. Otros dicen que las enseñanzas, más importantes, que Jesús de Nazaret impartió a sus discípulos no son vinculantes para la Iglesia, y eso a pesar de que el nuevo testamento deja bien claro que la Iglesia está cimentada sobre la Roca de los Siglos (Jesucristo resucitado y glorificado) y edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Finalmente están los dispensacionalistas, desde el punto de vista escatológico, que interpretan que las enseñanzas de este Sermón son para el Pueblo de Israel cuando se convierta al Señor, que un día rechazó por considerarlo un pseudo o falso Mesías, al final de los días de los últimos tiempos.
El sermón del monte es desde mi punto de vista La Constitución del Reino de Dios, y por consiguiente tiene una vigencia inmanente y trascendente. En él se anuncia para quién será el Reino de los Cielos (o de Dios); pero entiendo que para la Iglesia Religiosa, Burguesa capitalista del siglo XXI sus proposiciones no son las más adecuadas. ¿Le importa mucho, o algo, a esta Iglesia del primer mundo, los pobres, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacificadores, los que padecen persecución por causa de la justicia? Sinceramente creo que no. El Señor Jesucristo deja muy claro en este largo discurso, lo siguiente: “Ninguno puede servir a dos señores; porque aborrecerá (gr = odiará) al uno y amará al otro, o estimará (gr = se adherirá) al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (gr = Mamón)”. En mi criterio la epístola de Santiago es el mejor comentario novotestamentario que se ha realizado del Sermón de la Montaña; en cada capítulo de esta carta se recuerda las enseñanzas de Jesús, contenidas en este extraordinario discurso, para los cristianos. El Sermón del Monte es más exigente, desde el punto de vista de la praxis de nuestra fe, que los diez mandamientos dados por Dios a Moisés en el monte Sinaí. En la carta de Santiago, el hermano de Jesús, se enumeran 14 a 16 características de lo que es una Iglesia que se convierte en una mera entidad religiosa. Una de las señales de tales características está explicitada en Santg 4:4 “¡Oh almas adulteras, ¿No sabéis que la amistad (gr = amor) del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
Los cristianos hemos traicionado el cristianismo, por eso pasamos del Sermón de la Montaña. El mensaje que esta bella exposición contiene ha servido para reparar grandes injusticias, y establecer vínculos de amor y fraternidad entre los hombres, donde antes solo reinaba el odio. La no violencia es el método que rige el principio fundamental del Reino de Dios. Hombres como Gandhi, Martín Luther King, Mandela han demostrado al mundo que el Sermón del Monte y su contenido son necesarios para que la libertad, la igualdad y la fraternidad sea la mediadora entre individuos, familias y naciones. En esta breve serie de estudios abordamos algunos de los contenidos más trascendentes para los cristianos, pero más adelante intentaremos enriquecer este análisis exegético y hermenéutico con nuevas aportaciones.